viernes, 31 de julio de 2009

El destino (y el IFE) contra el voto blanco

La ineficiencia de los organizadores de las elecciones parecería ser el principal promotor del abstencionismo

Por Daniel Varela Gasque

Fueron meses de campañas electorales, meses de declaraciones violentas y sospechosismos por parte de la clase política, meses de ofensiva contaminación visual producto de la propaganda, meses de desalentadoras e irracionales propuestas y… cuando llego el 5 de julio decidí anular mi voto. Nunca me imagine que este pequeño acto de protesta ante el sistema resultaría tan complicado por cortesía del instituto federal electoral y un poco de casualidad.

Es el medio día del 5 de julio, es un día soleado en la colonia San Juan Tepepan de la delegación Xochimilco y todo apunta que mi jornada electoral será simple y sencilla ya que se ha instalado una casilla a tan sólo media cuadra de mi casa. Salgo de mi casa con mis padres hacia la casilla “ya nos quitamos este pendiente y nos vamos a comer” menciona mi madre mientras nos acercamos a la casilla.

El trámite parece sencillo, uno enseña la credencial, entra al patio donde se encuentran las casillas, marca su papeleta y deposita su voto. ¡Sencillo!, sencillo a menos que el IFE halla cometido un insignificante error al regístrate dentro de una sección como resulta ser mi caso ya que mi credencial de elector me ubica en la sección 4124 a diferencia del resto de mis familiares y vecinos quienes se encuentran en la sección 4125. pero … ¿Qué tan problemático puede ser?, es decir es tan sólo un pequeño número…

Pues al final de la jornada electoral es pequeño número fue el detonador de un pequeño vía crucis.

Tras confirmase que mi credencial de elector posé información incorrecta y que tengo que dirigirme hacia otra casilla la pregunta inmediata y que nadie me sabe responder es: ¿Dónde esta mi casilla?

En un inicio responder esta pregunta parecía fácil ya que los representantes de casilla poseen una lista con las direcciones de las demás casillas y en dicha lista se indica que mi casilla se encuentra en calle La Joya, el problema es que ni yo, ni ninguno de los representantes de casilla tiene las más remota idea de donde puede encontrarse la calle La Joya.

Al no encontrar respuesta entre los representantes de casilla y demás votantes durante 10 minutos uno de los vecinos que se encuentra votando me indica que calle La Joya se encuentra cruzando las vías del tren ligero, o al menos eso cree.

Tras cursar las vías del tren ligero recorro las laberínticas calles de Tepepan durante media hora sin dar con la dichosa casilla o con calle La Joya, hasta que de repente como un ángel de la guarda se aparece frente a mi un chica de no más de treinta años, que viste una playera morada con el logotipo del instituto electoral del Distrito Federal (IEDF), porta un gafete para identificarse y una pila de listas, mapas y demás apuntes relativos a la jornada electoral. Parece que una vez más la suerte me sonríe, en mi opinión no hay duda esta mujer como representante del IEDF debe poseer la información precisa sobre la ubicación de las casillas de la zona, una vez más me equivoque. Al preguntarle por mi casilla ella revisa sus apuntes, las listas oficiales y un mapa de la zona y tras un amplio análisis me dirige un tímido “ay disculpa no la encuentro”.

Al no poder encontrar la dichosa casilla llama a un compañero suyo por medio de un Nextel y le pregunta por la ubicación de la casilla de la sección 4124. La voz proveniente del Nextel le pide que espere un minuto. Tras 10 minutos de espera el comunicador vuelve a sonar y la chica por fin pose la información necesaria para asistirme en mi ejercicio electoral: “tu casilla si esta en calle La Joya (mmm…) y la puedes encontrar si te vas sobre esta calle y das vuelta en la tercera a la derecha”.

Por fin he obtenido información precisa sobre la ubicación de mi casilla por lo que le agradezco a la chica y salgo corriendo un tanto desesperado, el reloj ya marca la una y media y para no incomodar a nadie le sugerí a mis padres que se regresaran a la casa hace más de media hora.

Después de unos cuantos minutos doy vuelta en la tercera calle a la derecha y para mi sorpresa la encuentro completamente vacía, retrocedo unos pasos y encuentro el letrero de la calle que indica “calle ‘Y’”. Incrédulo retrocedo hasta el punto donde me encontré con la chica del IEDF en busca de un error en mi recorrido “tal vez hubo una calle que no conté”, “quizás uno de los caminos que considere callejones sin salida realmente eran calles”.

Desesperado camine una y otra vez sobre la calle sin encontrar una sola indicación de calle la Joya. En esos momentos mi voluntad como ciudadano se empieza a desmoronar es decir ¿realmente valía la pena desperdiciar mi tiempo de esa manera en especial considerando que al final de todo esto mi objetivo era simplemente anular mi voto? ¿a caso mi mala suerte era producto de una gran broma cósmica, una conspiración del IFE a favor del abstencionismo, o simplemente ineficiencia burocrática?

Sea como sea alrededor de las dos de la tarde una señora de la tercera edad que paseaba con sus nietos fue capaz indicarme la ubicación de la esquiva calle la Joya que era realmente un callejón dentro de la ya mencionada calle Y.

Al fin, al fin fui capaz de enseñar mi credencial, entrar al patio donde se encontraban las casillas, marcar mis papeletas y depositar mis votos, aun sabiendo que el resultado práctico de mi votación tendría el mismo efecto que de aquel que se quedo en su casa a comer.

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