viernes, 31 de julio de 2009

El destino (y el IFE) contra el voto blanco

La ineficiencia de los organizadores de las elecciones parecería ser el principal promotor del abstencionismo

Por Daniel Varela Gasque

Fueron meses de campañas electorales, meses de declaraciones violentas y sospechosismos por parte de la clase política, meses de ofensiva contaminación visual producto de la propaganda, meses de desalentadoras e irracionales propuestas y… cuando llego el 5 de julio decidí anular mi voto. Nunca me imagine que este pequeño acto de protesta ante el sistema resultaría tan complicado por cortesía del instituto federal electoral y un poco de casualidad.

Es el medio día del 5 de julio, es un día soleado en la colonia San Juan Tepepan de la delegación Xochimilco y todo apunta que mi jornada electoral será simple y sencilla ya que se ha instalado una casilla a tan sólo media cuadra de mi casa. Salgo de mi casa con mis padres hacia la casilla “ya nos quitamos este pendiente y nos vamos a comer” menciona mi madre mientras nos acercamos a la casilla.

El trámite parece sencillo, uno enseña la credencial, entra al patio donde se encuentran las casillas, marca su papeleta y deposita su voto. ¡Sencillo!, sencillo a menos que el IFE halla cometido un insignificante error al regístrate dentro de una sección como resulta ser mi caso ya que mi credencial de elector me ubica en la sección 4124 a diferencia del resto de mis familiares y vecinos quienes se encuentran en la sección 4125. pero … ¿Qué tan problemático puede ser?, es decir es tan sólo un pequeño número…

Pues al final de la jornada electoral es pequeño número fue el detonador de un pequeño vía crucis.

Tras confirmase que mi credencial de elector posé información incorrecta y que tengo que dirigirme hacia otra casilla la pregunta inmediata y que nadie me sabe responder es: ¿Dónde esta mi casilla?

En un inicio responder esta pregunta parecía fácil ya que los representantes de casilla poseen una lista con las direcciones de las demás casillas y en dicha lista se indica que mi casilla se encuentra en calle La Joya, el problema es que ni yo, ni ninguno de los representantes de casilla tiene las más remota idea de donde puede encontrarse la calle La Joya.

Al no encontrar respuesta entre los representantes de casilla y demás votantes durante 10 minutos uno de los vecinos que se encuentra votando me indica que calle La Joya se encuentra cruzando las vías del tren ligero, o al menos eso cree.

Tras cursar las vías del tren ligero recorro las laberínticas calles de Tepepan durante media hora sin dar con la dichosa casilla o con calle La Joya, hasta que de repente como un ángel de la guarda se aparece frente a mi un chica de no más de treinta años, que viste una playera morada con el logotipo del instituto electoral del Distrito Federal (IEDF), porta un gafete para identificarse y una pila de listas, mapas y demás apuntes relativos a la jornada electoral. Parece que una vez más la suerte me sonríe, en mi opinión no hay duda esta mujer como representante del IEDF debe poseer la información precisa sobre la ubicación de las casillas de la zona, una vez más me equivoque. Al preguntarle por mi casilla ella revisa sus apuntes, las listas oficiales y un mapa de la zona y tras un amplio análisis me dirige un tímido “ay disculpa no la encuentro”.

Al no poder encontrar la dichosa casilla llama a un compañero suyo por medio de un Nextel y le pregunta por la ubicación de la casilla de la sección 4124. La voz proveniente del Nextel le pide que espere un minuto. Tras 10 minutos de espera el comunicador vuelve a sonar y la chica por fin pose la información necesaria para asistirme en mi ejercicio electoral: “tu casilla si esta en calle La Joya (mmm…) y la puedes encontrar si te vas sobre esta calle y das vuelta en la tercera a la derecha”.

Por fin he obtenido información precisa sobre la ubicación de mi casilla por lo que le agradezco a la chica y salgo corriendo un tanto desesperado, el reloj ya marca la una y media y para no incomodar a nadie le sugerí a mis padres que se regresaran a la casa hace más de media hora.

Después de unos cuantos minutos doy vuelta en la tercera calle a la derecha y para mi sorpresa la encuentro completamente vacía, retrocedo unos pasos y encuentro el letrero de la calle que indica “calle ‘Y’”. Incrédulo retrocedo hasta el punto donde me encontré con la chica del IEDF en busca de un error en mi recorrido “tal vez hubo una calle que no conté”, “quizás uno de los caminos que considere callejones sin salida realmente eran calles”.

Desesperado camine una y otra vez sobre la calle sin encontrar una sola indicación de calle la Joya. En esos momentos mi voluntad como ciudadano se empieza a desmoronar es decir ¿realmente valía la pena desperdiciar mi tiempo de esa manera en especial considerando que al final de todo esto mi objetivo era simplemente anular mi voto? ¿a caso mi mala suerte era producto de una gran broma cósmica, una conspiración del IFE a favor del abstencionismo, o simplemente ineficiencia burocrática?

Sea como sea alrededor de las dos de la tarde una señora de la tercera edad que paseaba con sus nietos fue capaz indicarme la ubicación de la esquiva calle la Joya que era realmente un callejón dentro de la ya mencionada calle Y.

Al fin, al fin fui capaz de enseñar mi credencial, entrar al patio donde se encontraban las casillas, marcar mis papeletas y depositar mis votos, aun sabiendo que el resultado práctico de mi votación tendría el mismo efecto que de aquel que se quedo en su casa a comer.

jueves, 16 de julio de 2009

Por su culpa, por su culpa, por su grande culpa

Por Daniel Varela Gasque

Pasaron tan solo 24 horas entre el descalabro electoral del PAN en los procesos electorales del 5 de julio para que el presidente nacional de este partido, Germán Martínez Cázares, renunciara a su cargo después de haber recibido lo que apunta haber sido un monumental regaño proveniente de Los Pinos.
Durante su última conferencia de prensa al frente del blanquiazul Germán Martínez se responsabilizó en su totalidad por las derrotas electorales que le costaron al partido la mayoría en la Cámara de Diputados, la pérdida de gran número de municipios por todo el país como el famoso “corredor azul” del Estado de México así como estados históricamente panistas como Querétaro.

La responsabilidad del ex presidente panista en este descalabro es innegable pues fue él quien de forma terca y autoritaria fragmentó al partido y aisló a aquellos grupos que no simpatizan con las políticas o la persona del Presidente Calderón. De igual forma hay que reconocer que una de las mayores deficiencias de la campaña electoral panista fueron las conferencias de prensa del Martínez Cázares en las que se limitó a insultar a los partidos opositores y a sus líderes al más puro estilo de un bravucón de primaria.

Pero las causas del fracaso panista no pueden ser adjudicadas enteramente a un solo hombre, sin importar que este sea el dirigente nacional. Porque los resultados del 5 de julio solo son el desenlace de un proceso de desencanto de la sociedad mexicana con el Partido Acción Nacional, proceso que inició el primero de diciembre del año 2000 cuando Vicente Fox asumió la presidencia con un gran apoyo de una sociedad que estaba convencida que la alternancia del poder político sería el medio por el cual el país obtendría un verdadero progreso y dejaría atrás los vicios e injusticias de sistema priista.
Por desgracia para la perspectiva, de los foxistas y posteriormente de los calderonistas, era un tanto diferente pues al final resultó que la alternancia fue para el panismo un fin en si mismo más que un medio para generar cambios.

Después de 70 años de gobierno priista, de corrupción y corporativismo, el PAN había logrado cambiar la posicionamiento del poder en el país, solo para tomar el lugar del derrotado dinosaurio priista sin generar algún cambio significativo a las estructuras tradicionales del gobierno.
Así, los panistas intentaron montar la vieja maquinaria estatal que el PRI había desarrollado durante décadas trancando de sacar el mayor partido a las viajas prácticas de la lealtad corporativa, de los compadrazgos, del pillaje institucionalizado.

El resultado no fue el esperado ya que por un lado las ambiciones del PAN lo han alejado de la gente mientras que por el otro durante las dos administraciones panistas han resultado incapaces de ejercer el control sobre los actores políticos a la vieja usanza como hubieran deseado.

Al final el PAN perdió a la gente que lo apoyaba antes de asumir el gobierno pero no ganó el antiguo poder priista. Esto probó ser una pésima combinación que terminó por llevar al país a la situación de estancamiento.

Una vez considerado el desempeño de los gobiernos panistas de los últimos nueve años resulta evidente que las personas se abstuvieran de votar por el PAN y no como un acto de desprecio a un terco presidente nacional si no como un voto de castigo ante el gobierno en el poder.

Si el PAN realmente quiere recuperarse del fracaso del pasado 5 de julio necesitará hacer más que retirar a Germán Martínez del escenario político. Sino realizar una total limpieza tanto entre sus militantes como sus prácticas.
El PAN necesita es recuperar la actitud que lo coloco en el pasado como el histórico partido de oposición, volver a ser un partido de ciudadanos y no de bloques, un partido que no solo englobó a los grupos conservadores del país si no que representaba a las clases medias ilustradas y a todo aquel que haya sido excluido por los grupos priistas o peredistas.

La verdad sea dicha, el PAN se encuentra frente a una crisis y sus opciones son renovarse o morir porque si dentro de tres años los panistas encaran las elecciones presidenciales con las mismas propuestas, actitudes y vicios no va a ser necesario tener boca de profeta para asegurar que el sucesor de Germán Martínez tendrá que adjudicarse un nuevo fracaso electoral.

martes, 14 de julio de 2009

Crónica: El Hombre Detrás de las Tesis

Por Daniel Varela Gasque

Sobre la calle calzada del Hueso, justo frente a la Universidad Autónoma Metropolitana, se encuentra un mercado y al fondo del mismo se halla un local que sobresale de las demás. A diferencia de los locales que lo rodean no puedes encontrar tortas, tacos y demás garnachas. Sino las prensas y manos por las que han pasado 20 años de producción académica.

El local es pequeño y se distingue de sus vecinos en todos los aspectos: en lugar de estar delimitado por una barra que sirve como mesa para los clientes y de mostrador para la gente de negocio este local está delimitado por una paredes y puerta de lámina de aluminio y ventanas de vidrio; mientras los demás locales anuncian sus precios y menús con letreros escritos a mano sobre cartulinas fosforescentes este pequeño local se anuncia con simple letrero escrito en una cartelera donde se puede leer: Sevicias de Impresión y Encuadernación “Imagen”. Abajo del nombre del local sólo se indican los precios del servicio (1/2 carta 40, carta 50, oficio 60 y tesis 100).

La verdad no importa si dicho letrero es visible o vistoso ya que con tan solo mirar las pilas de libros amontonados sobre los libreros frente a las ventanas uno puede adivinar qué tipo de servicios ofrece el local y si uno hace una observación más detenida notará que la gran mayoría de los libros hay apilados posen el logotipo de la UAM.

Dentro del local que más que una tienda parece un taller se encuentra el Sr. José Luis, quien desde hace 20 años maneja este negocio de encuadernación.
“Yo solía vender pescados y mariscos en este mismo local pero hace ya como veinte años decidí cambiar a este negocio aprovechando lo cerca que estoy de la universidad y que mi padre conocía el oficio. Fue él quien me enseñó a encuadernar y a gravar en serigrafía y luego yo he ido aprendiendo los demás gajes del oficio conforme pasa el tiempo”.

José Luis platica sobre su negocio y sobre su oficio con una sutil sonrisa en el rostro, misma que parece no desaparecer desde que llega al pequeño taller a las 7:30 hasta que se va entre las cinco o las seis “dependiendo de cuanta chamba tenga hay veces que no salgo hasta la siete.” Explica el encuadernador.

Mientras platica José Luis selecciona de unas cajas los pequeños sellos de metal o tipos con los que grabará las letras para el título de un libro que está a mitad del proceso de encuadernación. Al lado de José Luis y sobre un banquillo se encuentra una pila de hojas recién encuadernadas, sobre ellas se halla lo que aparenta será su cubierta pero que de momento se encuentra en blanco, encima de la pasta del libro se puede ver una hoja en la que puede distinguir el dibujo del lomo y la portada de un libro que lleva como título "Memorias desde un Palacio”.

José Luis termina de seleccionar los tipos de las letras con que grabará el título sobre la portada del libro y los empieza a acomodar dentro de pequeñas cajas metálicas que posteriormente colocará en la prensa. El trabajo lo realiza de forma tan rutinaria que no tiene ningún problema en explicar los pormenores del negocio mientras realiza su labor.

“Aquí no sólo encuaderno los trabajos de los estudiantes sino que también reparo libros viejos o simplemente los reencuaderno. Pero la verdad es que lo que más me llegan son chavos que llegan con sus tesis”. Al mismo tiempo José Luis acomoda las hileras de los moldes metálicos sobre una hoja de papel donde puede visualizar la ubicación del título dentro de la portada así como la distribución de demás elementos como el subtitulo y los autores.
“El trabajo me toma una semana, pero si es necesario puedo hacerlo en un día, pero te cobraría un extra”, José Luis ríe ligeramente al mencionar sus cuotas mientras que fuera del local el mercado a cobrar vida, en el puesto de tortas de enfrente donde un disco de éxitos del rock en español sofoca el sonido del pequeño radio de José Luis del que apenas se distingue la música de Radio Universal. Sin prestarle atención a la música José Luis termina de acomodar el título en su modelo de portada y se levanta a buscar unas herramientas que se encuentran en unas repisas colgadas en la pared del local. Estas repisas están viejas y dobladas por el peso de los 20 años de conocimiento que han pasado por las manos y ojos de José Luis.

“Yo disfruto mucho mi trabajo, me agrada echarle la mano a los estudiantes. De hecho hace meses que debía haber subido los precios pero yo sé que cuando uno es estudiante el dinero nunca sobra, (…) además uno nunca sabe, de vez en cunado me encuentro con un libro interesante y le saco copias con los muchachos (de las fotocopias) de aquí enfrente”.

José Luis termina de acomodar los tipos móviles dentro de la prensa y se dispone a iniciar el grabado de la portada. El libro “Memorias desde un Palacio” se halla un paso más cerca de estar completo.

jueves, 9 de julio de 2009

Lo privado de la Plaza Pública

Miguel Ángel Granados Chapa nos comenta sobre su carrera y sus experiencias en los medios nacionales.

Por Daniel Varela Gasque

“No hay periodista objetivo”; directa, sencilla y tajante fue la respuesta del periodista Miguel Ángel Granados Chapa cuando se le cuestionó sobre la objetividad dentro de la profesión periodística. El asunto lo remata de forma amable pero definitiva citando al escritor español José Bergamín: “si yo fuera un objeto sería objetivo pero como soy un sujeto soy subjetivo”.

Días antes se había acordado realizar esta entrevista en las instalaciones de Radio UNAM a tan solo 15 minutos de terminada la transmisión de la edición su programa “Plaza pública”. Pero la puntualidad no es un lujo que el periodista pueda darse ya que el periodo de tiempo entre la finalización de su programa radiofónico y su salida de Radio UNAM se ha convertido en el espacio de encuentro entre Granados Chapa y un amplio número de colegas, conocidos, admiradores y uno que otro estudiante de comunicación en busca de conocer al ilustre personaje.
Finalmente a las 10:30 (45 minutos después de lo planeado) nos encontramos con Granados Chapa, quien se disculpa por el retraso y nos conduce a una pequeña sala de estar que se encuentra a un lado de la cabina de transmisión donde una hora antes él estuvo trabajando. La sala es pequeña, sencillamente amueblada y lo único que se escucha es la propia transmisión de Radio UNAM que transmite música clásica con un volumen tal que no impide realizar una conversación de forma fluida.

La entrevista comienza rememorando los años del periodista como estudiante en la UNAM, los cuales son peculiarmente llamativos ya que durante estos años Granados Chapa estudió simultáneamente derecho en las mañanas y periodismo en las tardes.
Nos explica que la razón para estudiar derecho tiene como base la relación con su familia “yo no quise ‘inconformar’ a mi familia y por eso estudié derecho”. Mientras que las razones por las que estudió periodismo responden a motivos 100% personales y que se remontan hasta su infancia:

-Desde muy niño me interesé por la información. Yo leía un diario local y un diario nacional en cuanto aprendí a leer, porque era el material que tenía yo a mi alcance y con el tiempo me fue interesando el proceso de la información y así se fueron construyendo mis ganas de participar en la hechura de la información. Eso fue lo que me decidió a estudiar periodismo.

La entrevista continúa, se empieza abordar su vida como profesional y ante la incapacidad de poder plasmar 45 años de carrera en tan solo media hora de conversación las preguntas al columnista se reducen a dos: ¿Qué experiencia le ha hecho decir “¿por que estudié periodismo?”? y al contrario ¿Qué experiencia le ha hecho decir “que bueno que estudié periodismo”?. Ante la primera pregunta Granados Chapa responde de forma simple y directa:

-Nunca me he formulado la primera pregunta

-¿Nunca?

-Nunca

-¿Ni siquiera en momentos de censura como podría ser caso del Excelcior?

-Nunca, siempre tuve claro que yo quería ser periodista. En cuanto a la segunda (pregunta) si. Que bueno que estudié periodismo porque me ha permitido atestiguar muchos fenómenos sociales, conocer a muchas personas determinantes para la vida del país. He ratificado en mi ejercicio del periodismo mi convicción de que quiero ser periodista, nunca he estado en posición que me haga arrepentirme.

¿Algún momento en específico que le venga a la memoria en que reafirmó su convicción de ser periodista?

-Justamente lo que podría haber sido una experiencia adversa como nuestra expulsión de Excelsior se convirtió en lo contrario pues la reacción de la gente, del público al que convocamos para hacer Proceso fue una reacción muy emocionante, en ese momento seguramente dije que bueno que estudie periodismo porque tuve la ocasión de conocer esa reacción de las personas que apoyaron la creación de Proceso. Lo adverso se convirtió en favorable.

-¿Entonces al final de todo lo que ocurrió con Excelsior y Proceso tuvo un balance favorable para usted?

-No, no en muchos términos es incomparable lo que perdimos con lo que ganamos, pero lo que si ganamos fue libertad, la teníamos más restringida en Excelsior. Pero sobre todo ganamos el apoyo de la gente concreta. En Excelsior sabíamos que teníamos lectores pero en Proceso comprobamos que los teníamos y los vimos a los ojos.

Al tocar el tema del Excelsior y sus turbulentos años de 1968 hasta 1976 nuestra entrevista se centra en el polémico tema de la libertad de expresión y sus limitaciones en México, tema que el columnista trata con una análisis casi didáctico: “la libertad de expresión tiene límites formales y límites materiales o reales. Los límites formales están en la ley: no se puede atacar a la vida privada, a la moral pública y al orden público, esos son los límites formales.”

“Ahora, hay tanbien las limitaciones reales” prosigue Granados Chapa “por ejemplo en La Jornada difícilmente encontrara usted un examen critico de Carlos Slim porque el principal anunciante de La Jornada, sin cuyos anuncios La Jornada probablemente no viviría, es Carlos Slim. Sus negocios tienen los anuncios más permanentes, más persistentes dentro de La Jornada. Entonces es difícil que en La Jornada se planten un examen critico del monopolio telefónico por ejemplo.”
“Esto porque entrarían en conflicto con su principal sostenedor, esos son los límites materiales, hay una cierta dependencia con respecto a los anunciantes”

Granados Chapa ejemplifica esta dependencia de los periódicos a la publicidad con el famoso caso del boicot que sufriera en el año de 1972 el periódico Excelsior por parte de sus anunciantes lo cual hubiera dejado al periódico en la ruina de no ser por los anuncios contratados por el gobierno y como eso los comprometió con el gobierno: “veíamos con ojos distintos al gobierno en esa época porque nos estaba ayudando a sobrevivir”.

-¿Entonces la libre expresión en México aun está acotada?

-Si, está acotada formalmente y por una multitud de otros factores. Los anunciantes son un ejemplo, no lo dicen expresamente pero en la sola compra de la publicidad hay un cierto condicionamiento.

-¿Qué se necesitaría para obtener una verdadera libertad de expresión?

-Una independencia total, un periódico sin anuncios, un periódico que viva de sus lectores

-¿Existe ese periódico?

-No, aunque está el caso del Proceso que vive más de sus lectores que de sus anunciantes, aunque aun así necesita de sus anunciantes para sobrevivir.

A pesar de utilizar como ejemplos la presión de los anunciantes sobre los periódicos a dos casos con más de treinta años de diferencia Granados Chapa se muestra optimista cuando se le pregunta respecto a lo que ha ganado y lo que ha perdido el periodismo en México durante los años en los que él ha estado envuelto en los medios.

-Ha ganado mucho, ha ganado libertad, estas limitaciones que hemos hablado eran mucho peores hace 45 años cuando yo empecé a trabajar en los medios. Los márgenes de libertad eran mucho más estrechos, ahora nos podemos mover con mucha mayor libertad, la crítica al gobierno es ahora algo normal.

“Hemos ganado libertad como hemos ganado profesionalismo. -continua el periodista- Justamente por la falta de libertad había falta de investigación había poco activismo profesional, los periodistas se limitaban recibir los boletines de las oficinas de prensa y a reproducirlos. Ahora hay un mayor margen para la investigación, para la indagación de asuntos, el descubrimiento de temas, la exposición de problemas. En términos generales eso no se hacía antes mientras que hoy se hace comúnmente, hoy todos los diarios tienen algo interesante cada día como resultado de su capacidad de investigación. Aun en los diarios más conformistas y rutinarios hay algo interesante.”

“No creo que hayamos perdido” declara confiado cuando se enfoca a responder la segunda parte de la ultima pregunta “Lo único que creo que hemos perdido es nuestra condición de víctimas, pero eso no es una perdida”.

Aunque considera que la prensa en México ha ganado muchas libertades también considera erróneo el plantear a la prensa en México como un “cuarto poder”:

-No existe tal cosa como un cuarto poder. Aunque la televisión sea un poder es un poder asociado al poder político, generalmente asociado al poder ejecutivo, no es un poder distinto. No hay tal poder autónomo de la prensa como un cuarto poder junto al legislativo, judicial y ejecutivo, eso no es cierto.

-Ya que estamos hablando de las relaciones entre la prensa y el poder, usted ha sido miembro del PRD…

Ante esta aseveración Granados Chapa interrumpe abruptamente para hacer una aclaración “fui candidato a gobernador de Hidalgo por el PRD pero no soy miembro, nunca fui miembro del PRD. Yo sé que es difícil entender que uno pueda ser candidato sin ser miembro, pero eso pasa.”

-Aún así usted tuvo un gran acercamiento a la vida política de forma activa ¿Cómo afecta eso a su trabajo como periodista?

-No lo afecta, todo periodista, aunque diga lo contrario, tiene una afiliación partidista, lo que yo he hecho es hacerla explícita. Pero hay muchísimos periodistas que son afines al PAN o afines al PRI y la mayor parte de ellos lo niegan pero el resultado de su trabajo se manifiesta inclinado a su sesgo político personal.

-Entonces en su opinión ¿no hay periodista que no tome posición?

-Todo periodista toma una posición, lo reconozca o no, lo que yo he hecho es reconocerlo. Pero eso no me quita la posibilidad de ser crítico con el partido por el que me siento más próximo, en este momento detesto al PRD por su descomposición interna. El hecho de que me parezca una opción política necesaria para nuestro país no me siega frente a su naturaleza.

-Ya que hablamos del posicionamiento de los periodistas y aun nivel personal ¿Qué hace cuando su posicionamiento va más allá de su razonamiento y lo vencen las emociones?

-Dejarse vencer y ya

-¿Eso no es problemático con la labor periodística?

-No porque aunque nos digan que el periodista debe ser objetivo la objetividad no existe, no hay un periodista objetivo es imposible ser objetivo, al respecto del tema a mi me gusta citar una frase del escritor español José Bergamín “si yo fuero un objeto sería objetivo pero como soy un sujeto soy subjetivo”.

Profundizando en el tema de la objetividad el columnista destaca que “es una farsa decir ‘tal periodista es muy objetivo’. Cuando decimos eso es porque el periodista esta de acuerdo con lo que uno piensa, por eso le parece a uno que es objetivo pero como dije ya la objetividad no existe. Es un montaje ideológico para ocultar subjetividades interesadas.”
“Lo más que se puede hacer en este terreno es entender que uno tiene un punto de vista y hay que atender a otros puntos de vista diferentes”

-Tomando en cuenta estas diferentes visiones que se pueden encontrar en diferentes diarios ¿Cómo ha sido para usted el trabajar en distintos diarios como La Jornada o Reforma?

-Ha sido un pacto de mutuo respeto con los periódicos por ejemplo en Reforma me invitaron trabajar allí por lo que yo soy, no me pidieron que me acomodara al modo de ser de Reforma eso establece un marco de mutuo respeto.

Granados Chapa defiende a su actual diario aunque no concuerde con la posición del diario a la que considera como conservadora en la política. Pero que a pesar de todo ha respetado su posición lo cual hace que Granados Chapa se refiera al diario como un diario “efectivamente plural y respetuosamente plural” además recalca que él “no estaría allí si no fueran un periódico realmente plural”

-Comparando su trabajo en Reforma con el que realizas aquí en Radio UNAM ¿cual disfrutas más de los dos?

-Disfruto hacer los dos, aunque cada una tiene sus diferencias, por ejemplo el lenguaje en la radio uno debe ser más sintético mientras en la prensa uno puede enfocarse más en el análisis. Aun así creo que disfruto más la radio, porque la radio es un trabajo de equipo, también el la prensa, pero en la radio es un trabajo más ostensiblemente de equipo, yo estoy conviviendo en la cabina con las personas que hago el programa durante la hora. Al final disfruto hacer ambos.

-¿Alguna otra diferencia entre ambos?

-El público, el público de la radio desde hace unos diez años se ha venido haciendo muy participativo hay una presencia viva del público que se hace sentir que es mucho más presote que en la prensa e indudablemente mayor que en un medio como la televisión que no admite la participación del público.

Aunque la posibilidad de entrar en una comparación a fondo entre los diversos medios de comunicación se presenta tentadora, la triste realidad es que la media hora concedida por el columnista de “Plaza publica” se agota y es necesario terminar la sesión no sin antes recoger una última anécdota del periodista.

-Antes de finalizar la entrevista hay una ultima pregunta que quiero hacerle ¿se imagina su vida si no se hubiera dedicado al periodismo?

-Te contesto con una anécdota familiar, mi familia no tenía recursos era una familia donde nadie había ido ni a la secundaria si quiera, mis dos hermanas mayores habían estudiado la carrera de secretariado y mi hermano mayor había salido de la primaria y se había dedicado a trabajar de tal manera que cuando yo terminé la primaria mi destino normal era ser inscrito en la academia comercial donde yo iba para ser mecanógrafo. Era a lo más que podíamos aspirar y estando en la caja de la academia comercial, ya para pagar el primer curso, convencí a mi madre para que cruzáramos la calle porque por fortuna esa academia comercial estaba enfrente de una secundaria.
Yo le dije que quería estudiar la secundaria y ella me decía: “es inútil la secundaria es solo el antecedente para otra cosa que no vamos a poder hacer, no vas a poder estudiar una carrera”, no estaba en nuestro horizonte económico ni mental.
Al final la convencí y pues estudié en la universidad y ocurrió lo que ocurrió. En el año 81 recibí el Premio Nacional de Periodismo y bromeando en una reunión familiar le dije a mi madre “ya vez y tú querías que estudiara comercio” y me dijo ella “hubieras sido el gerente del banco”.

“Eso hubiera pasado, sino hubiera sido periodista hubiera sido el gerente del banco.”

Aun con muchas preguntas en el tintero nuestra media hora culmina y el profesor Miguel Ángel Granados Chapa se despide amablemente mientras abandona las instalaciones de Radio UNAM.

Tráfico

Éste es un pequeño cuento que escribí el año pasado, espero lo disfruten:

Tráfico


Por Daniel Varela Gasque

Desde que puedo recordar siempre había oído a la gente quejarse del tráfico de la ciudad de México, tal vez el quejarse de este tráfico es algún tipo de condición natural en las personas, la verdad eso yo no lo sé. Pero lo que sí sé es que desde que puedo recordar yo había visto que el tráfico siempre se encontraba en aumento, ya que en el tiempo que llevo observando al tráfico de esta ciudad (o al menos la parte de la ciudad donde transito diariamente) he visto como un trayecto que antes era de diez minutos ahora puede ser de veinte y para colmo nos atrevemos a decir que “nos tocó bien el tráfico”, también he visto como algunas calles se han transformado de, según mis recuerdos, ser pequeñas y poco transitadas a convertirse en calles igualmente pequeñas pero con una cantidad exponencialmente mayor de coches que se desplazan en todas las direcciones imaginables. Y así podría continuar describiendo diferente casos de cómo había aumentado progresivamente el tráfico, pero ése no es el objetivo del presente escrito sino el de relatar lo acontecido hace algunos meses atrás cuando este aumento se detuvo de golpe junto a toda la ciudad.
Para ser sinceros no puedo recordar la fecha exacta en que esto ocurrió y decir la hora exacta resultaría simplemente imposible ya que fue algo que fue ocurriendo paulatinamente a través de ese histórico día que hoy recordamos como “la parálisis”. Pero lo que es un hecho es que poco a poco todos los coches de la ciudad quedaron totalmente inmovilizados, no por un problema mecánico sino porque simplemente no había hacia donde moverse ya que todas, absolutamente todas las calles de la ciudad, estaban repletas de coches y con todos nosotros en ellas.
Aunque parece imposible, esa fue la verdad, todas las calles estaban repletas de coches, las grandes avenidas, los callejones, los cruces, los puentes, el segundo piso, el Zócalo y el carril del metrobús. Todos estaban tan llenos que ni siquiera había suficiente espacio entre los coches como para dejar la calle y subirse a la banqueta o el camellón. A pesar de lo adverso de la situación tardamos horas en entender este fenómeno en su totalidad, muchos de nosotros aferrándonos a la simple idea de que había un choque más adelante y que “ya ahorita se movía”.
Pero eso no pasó, el tráfico simplemente no se movió nunca. Lo único que pasó es que la agitada vida de la gente no pudo esperar más y poco a poco fuimos abandonando los coches a la merced e inclemencias de la calle. Esto no sin una alta dosis de desconfianza ya que los que decidimos abandonar los coches lo hicimos con la mayor cantidad de objetos posibles y esos fueron muchos objetos. Sólo de mi experiencia personal puedo constatar haber visto a gente no sólo cargando objetos tan obvios como mochilas, maletines y cualquier acreditación legal de su coche sino cosas tan diversas como las bolsas del súper, la caja de herramientas, juguetes, almohadas, sábanas, medallas y estampitas con referencias religiosas y los más temerosos entre quienes abandonaron sus coches intentaron llevarse la mayor cantidad de su coche consigo, hasta el punto de ver a muchos de ellos cargando espejos, volantes, radios, llantas, hasta los asientos mismos y cualquier otra cosa que temían que fuera robada una vez abandonados sus automóviles. De hecho este miedo al robo llegó a tales extremos que hubo quienes decidieron pasar la noche esperando, dentro de sus coches, hasta que de alguna forma el tráfico mejorara al día siguiente.
Pero al día siguiente las calles seguían iguales y al siguiente día también y así durante días y semanas hasta que incluso los más tercos abandonaron sus vehículos a disposición de los ladrones.
Esta preocupación por los ladrones no fue una simple paranoia, fue una cruel realidad, de hecho pocas son la personas que conozco cuyo auto no haya sufrido daños durante este periodo. Pero aunque sea verdad que durante los primeros días los ladrones de piezas de autos (a diferencia de los ladrones de autos que no tenían como mover los coches) hicieron su agosto al hacerse de una reserva y variedad de equipo que jamás imaginaron poseer, pero a pesar de tener una formidable oferta, la demanda de sus productos decayó aproximadamente en un 100% ya que al no haber gente usando sus coches no había quien comprara refacciones de coches. Por lo que después de las primeras semanas de “la parálisis” el negocio del robo de coches (en cualquiera de sus formas) había desaparecido en la ciudad de México.
Pero no sólo los ladrones tuvieron que cambiar radicalmente su forma de vida sino que el resto de las personas también pues nuestra capacidad de desplazarnos había sido disminuida enormemente por lo que muchos decidieron reducir al máximo posible la distancia de su casa a cualquier destino abandonando trabajos, escuelas, sitios de reunión y hasta hubo quines terminaron con amistades y noviazgos de toda la vida debido a la incomunicación.
Aun así la gente logró mantener un cierto grado de movilidad gracias al metro, que durante el inicio de “la parálisis” se presentó como la salvación de muchas personas. Y cuando me refiero a muchas, hablo de millones de personas que no solían usar el metro y que ahora lo habían convirtieron en un elemento primordial en sus vidas. Eso por desgracia provocó una cantidad de usuarios tan enorme que sin importar a qué hora uno usara el metro siempre resultaba en interminables esperas y en aun más interminables filas que podían alargarse tanto que uno podía confundir su fila con la de estaciones próximas y todo para subir a unos vagones tan poblados que hacían lógica y común la muerte por asfixia. A pesar de esto el uso del metro prosperó hasta un nivel de uso excesivo tal que se fue desgastando poco a poco, primero los asientos y barras para agarrarse se rompieron, luego las puertas, ventanas y luces de los vagones dejaron de funcionar, después el propio piso y demás estructuras del metro comenzaron a romperse y estropearse paulatinamente, y con una capacidad casi nula de transportar hacia las estaciones cualquier tipo de refacciones, debido obviamente a “la parálisis” en la calle, el metro quedó inactivo definitivamente antes de que se cumplieran tres meses de “la parálisis”. Lo cual convirtió inevitablemente a las personas en su principal medio de transporte a través de calles repletas de coches inmóviles, lo cual a mi parecer tuvo muy favorables consecuencias para la salud de la gente y pésimas para su ya deplorable puntualidad.
Otro aspecto que vale la pena narrar fue lo que sucedió con estas calles repletas de coches inmóviles ya que después de haber sido abandonados todos los coches por sus dueños y saqueados por los ladrones éstos se convirtieron en refugios para toda la gente que vivía en la calle o en frías casas de paredes de lámina y pisos de cemento y que encontraba un excelente refugio en los coches, particularmente en las enormes camionetas que, como medio de transporte, le habían costado una fortuna a sus dueños originales y ahora se habían convertido en sus casas sin pagar un centavo.
El conjunto de las imágenes del gigantesco estacionamiento en que se habían convirtieron las calles de la ciudad a primera vista y la del peculiar sistema de viviendas que crearon los desposeídos en este inmenso estacionamiento, se volvió un imán para reporteros de toda la república y luego del mundo, los cuales a su vez dieron la promoción adecuada para una nueva atracción turística, pero, antes que los turistas llegaran, el lugar fue objeto del escrutinio de un amplio grupo de investigadores de las más prestigiadas academias del mundo, empezando por desconcertados urbanistas y sociólogos maravillados hasta llegar a un grupo de psicólogos de masas que estaban convencidos que todo era una especie de alucinación masiva. Pero antes que los especialistas terminaran sus investigaciones llegaron , como ya mencione, una interminable avalancha de turistas que paseaban armados de cámaras por las calles saturadas y que se convertían en clientes de guías y vendedores ambulantes, que vieron en los turistas la recuperación de su antiguo nicho de mercado en las calles y hasta de un grupo de aventureros que convirtieron varios camiones de turismo y muchos más peseros en los hoteles más peculiares del mundo. Todo esto porque, como es de esperar, las personas siempre se adaptan a toda condición de vida y buscan acomodarse en ésta lo mejor posible.

Y mientras las personas nos adaptábamos a esta nueva forma de vida los políticos tuvieron que afrontar su muy peculiar proceso de adaptación. En primer lugar pasaron las primeas semanas de “la parálisis” en un estado de confusión y total desorganización, tal como el resto de nosotros o quizás peor, ya que aquellos acostumbrados a salir en la televisión, y a ser poco apreciados por la gente, eran constantemente acosados por las personas en el metro y en las calles. Por lo que muchos de ellos optaron por abandonar la ciudad y dirigirla desde fuera y otros más, en un acto de total heroísmo, decidieron quedarse y afrontar la crisis.
Y así una vez superada la conmoción, se inició el proceso de declaraciones y acusaciones entre los actores políticos, todo lo empezaron aquellos que acusaban a las autoridades que habían sido incapaces de prevenir esta crisis, de no haber realizado suficientes proyectos para el desarrollo vial, de no presentar solución alguna y sobre todo de haber ocasionado que hubiera tantos coches en la ciudad. Por su parte las autoridades reclamaron que “la parálisis” se había ocasionado por la falta de cooperación de los grupos de oposición y que además era muy probable que “la parálisis” hubiera sido, en sí misma, una estrategia de la misma oposición con fin de desprestigiar al partido de las autoridades en la futura contienda electoral.
Pero a pesar de todas las diferencias entre los políticos sólo les tomo un mes determinar que era necesario tomar acciones inmediatas sobre la presente crisis por lo que decidieron realizar una serie de debates y negociaciones respecto al plan de acción. Pero para esto primero tuvieron que desarrollar una complejísima agenda de organización la cual lograba permitir que todos los actores políticos relevantes en esta discusión pudieran encontrarse cara a cara, todo a pesar de las dificultades que representaba la movilización dentro de la ciudad.

A pesar de la intensa actividad política no fue sino hasta el quinto mes de discusiones que se pudo superar “la parálisis”. Pero si de algo estoy seguro es que no tuvo absolutamente nada que ver con los políticos ya que el día anterior al final de la crisis (o al menos el inicio de su final para mí) se lo habían pasado discutiendo sobre la eficiencia del uso de helicópteros como equipo de análisis de la situación vial por lo que para ese momento era imposible que se hubiera tomado alguna acción concreta.

En su final “la parálisis” fue al igual que su inicio, imposible de determinar una fecha exacta debido a que cada quien vivió su fin hasta con días (a veces con semanas) de diferencia por lo que yo sólo puedo relatar mi experiencia personal.
Para mí todo empezó cuando iba caminaba a mi casa cuando de casualidad se me ocurrió pasar a ver lo que quedaba del coche de mi padre. Primero me fijé sorprendido que sólo le faltaba una llanta, una puerta y el asiento trasero, lo cual lo hacía bastante incómodo como para que alguien viviera en él, pero lo que realmente me sorprendió es que entre los demás coches parecía haber más espacio que antes he incluso que si empujábamos un coche aquí y otro allá se podía crear una especie de sendero que permitiría que el coche regresara a la casa. Sin pensarlo dos veces llamé a familia y amigos y logramos que finalmente el coche de mi padre regresara de aquel viaje que había iniciado casi seis meses atrás y de igual forma logramos, un par de días después, que el coche de mi madre también regresara a su lugar de origen. De la misma manera otros fueron descubriendo que sus coches podían ser movidos y las calles se fueron vaciando paulatinamente hasta que el número de autos en las calles disminuyó a tal grado que volvió a ser posible transitar en las calles de la ciudad de nuevo.

Pero… ¿Cómo fue que sucedió tal milagro?... la verdad no lo sé y nadie lo sabe porque tal como desapareció “la parálisis” desaparecieron, de forma igualmente rápida y misteriosa, las discusiones de políticos, especialistas y ciudadanos al respecto. Para todos ellos simplemente “acabó y ya” y simplemente se dedicaron a adaptarse a su nueva situación de vida como era de esperarse. Ya que una vez más y como ha sido desde que puedo recordar, la gente sólo suele preocuparse de los problemas que le están estallando en su cara.