martes, 14 de julio de 2009

Crónica: El Hombre Detrás de las Tesis

Por Daniel Varela Gasque

Sobre la calle calzada del Hueso, justo frente a la Universidad Autónoma Metropolitana, se encuentra un mercado y al fondo del mismo se halla un local que sobresale de las demás. A diferencia de los locales que lo rodean no puedes encontrar tortas, tacos y demás garnachas. Sino las prensas y manos por las que han pasado 20 años de producción académica.

El local es pequeño y se distingue de sus vecinos en todos los aspectos: en lugar de estar delimitado por una barra que sirve como mesa para los clientes y de mostrador para la gente de negocio este local está delimitado por una paredes y puerta de lámina de aluminio y ventanas de vidrio; mientras los demás locales anuncian sus precios y menús con letreros escritos a mano sobre cartulinas fosforescentes este pequeño local se anuncia con simple letrero escrito en una cartelera donde se puede leer: Sevicias de Impresión y Encuadernación “Imagen”. Abajo del nombre del local sólo se indican los precios del servicio (1/2 carta 40, carta 50, oficio 60 y tesis 100).

La verdad no importa si dicho letrero es visible o vistoso ya que con tan solo mirar las pilas de libros amontonados sobre los libreros frente a las ventanas uno puede adivinar qué tipo de servicios ofrece el local y si uno hace una observación más detenida notará que la gran mayoría de los libros hay apilados posen el logotipo de la UAM.

Dentro del local que más que una tienda parece un taller se encuentra el Sr. José Luis, quien desde hace 20 años maneja este negocio de encuadernación.
“Yo solía vender pescados y mariscos en este mismo local pero hace ya como veinte años decidí cambiar a este negocio aprovechando lo cerca que estoy de la universidad y que mi padre conocía el oficio. Fue él quien me enseñó a encuadernar y a gravar en serigrafía y luego yo he ido aprendiendo los demás gajes del oficio conforme pasa el tiempo”.

José Luis platica sobre su negocio y sobre su oficio con una sutil sonrisa en el rostro, misma que parece no desaparecer desde que llega al pequeño taller a las 7:30 hasta que se va entre las cinco o las seis “dependiendo de cuanta chamba tenga hay veces que no salgo hasta la siete.” Explica el encuadernador.

Mientras platica José Luis selecciona de unas cajas los pequeños sellos de metal o tipos con los que grabará las letras para el título de un libro que está a mitad del proceso de encuadernación. Al lado de José Luis y sobre un banquillo se encuentra una pila de hojas recién encuadernadas, sobre ellas se halla lo que aparenta será su cubierta pero que de momento se encuentra en blanco, encima de la pasta del libro se puede ver una hoja en la que puede distinguir el dibujo del lomo y la portada de un libro que lleva como título "Memorias desde un Palacio”.

José Luis termina de seleccionar los tipos de las letras con que grabará el título sobre la portada del libro y los empieza a acomodar dentro de pequeñas cajas metálicas que posteriormente colocará en la prensa. El trabajo lo realiza de forma tan rutinaria que no tiene ningún problema en explicar los pormenores del negocio mientras realiza su labor.

“Aquí no sólo encuaderno los trabajos de los estudiantes sino que también reparo libros viejos o simplemente los reencuaderno. Pero la verdad es que lo que más me llegan son chavos que llegan con sus tesis”. Al mismo tiempo José Luis acomoda las hileras de los moldes metálicos sobre una hoja de papel donde puede visualizar la ubicación del título dentro de la portada así como la distribución de demás elementos como el subtitulo y los autores.
“El trabajo me toma una semana, pero si es necesario puedo hacerlo en un día, pero te cobraría un extra”, José Luis ríe ligeramente al mencionar sus cuotas mientras que fuera del local el mercado a cobrar vida, en el puesto de tortas de enfrente donde un disco de éxitos del rock en español sofoca el sonido del pequeño radio de José Luis del que apenas se distingue la música de Radio Universal. Sin prestarle atención a la música José Luis termina de acomodar el título en su modelo de portada y se levanta a buscar unas herramientas que se encuentran en unas repisas colgadas en la pared del local. Estas repisas están viejas y dobladas por el peso de los 20 años de conocimiento que han pasado por las manos y ojos de José Luis.

“Yo disfruto mucho mi trabajo, me agrada echarle la mano a los estudiantes. De hecho hace meses que debía haber subido los precios pero yo sé que cuando uno es estudiante el dinero nunca sobra, (…) además uno nunca sabe, de vez en cunado me encuentro con un libro interesante y le saco copias con los muchachos (de las fotocopias) de aquí enfrente”.

José Luis termina de acomodar los tipos móviles dentro de la prensa y se dispone a iniciar el grabado de la portada. El libro “Memorias desde un Palacio” se halla un paso más cerca de estar completo.

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